Bar con la quinta

-Cojí el cigarro que me ofrecía- Claro, no te preocupes. Suelo tenerlo amenudo. Más de lo que debería-Me reí y miré los altos edificios de la ciudad- Odio que no se vean las estrellas.

Di una calada mientras miraba hacia arriba.
-Jode... pero es lo que hay por la puta contaminación.-Comenté, soltando el humo.

Donde yo viví de niña, podías ver el cielo y contar estrellas. Me gustaba quedarme despierta por las noches-Suspiré un poco entristecida- Algún día el mundo cambiará.

-Sí, cambiará... y creo que no queda mucho para ese cambio.-Comenté, sin apartar la vista del cielo oscuro.

¿ A qué te refieres?-Pregunté con curiosidad y precaución a la vez.-No me digas que piensas cambiarlo tú-Inquirí

-Puede que sí o puede que no...-Comenté, dandole una larga calada a mi cigarro.-Pero no lo haré solo, por supusto.

-Recuerda que el mundo se cambia solo-Miré por última vez el cielo, para fijarme en mi reloj-Creo que debería volver a casa, ¿quieres venir?

Sonreí a la vez que me levantaba y me ponía la camiseta.
-¿Quieres que vaya?-Pregunté, pícaramente.

- Claro, me gusta tu companía, además mi casa es enorme-Dije sonriendo y saliendo del callejón.

Cojo la chaqueta del suelo y comienzo a seguirla.
-Bueno, podría pasarme un rato.-Digo, terminándome el cigarro.- ¿Vives muy lejos?

Niego con la cabeza mientras me meto por callejones oscuros donde la gente no se atrevería a pasar. Yo, me lo tomo con calma-Espero que no te incomode el trayecto- Sigo caminado y llego a un viejo edificio o eso parece por fuera-Esto es mi casa.

-No, para nada me incomoda.-REspondí.-Me gusta la oscuirdad... ¿Es este tu efidicio?

Sí-Abro la puerta y es una casa divida en tres plantas con todos los lujos disponibles-Le he hecho algunos retoques, además esta zona es la mejor de la ciudad. ¿Quieres comer algo?

-Claro, me has dejado hambriento.-Bromeo, observandola.-Guaaau, pues ya es mejor que mi casa.-Digo, yo que aún vivía con mis padres... tenía que independizarme pero ya.

Es demasiado grande para mí sola-Sonrio y le llevo hasta la cocina- Sirvéte lo que quieras o si quieres te preparo un sandwich-Saco algo de bebida.

-Vale.-Digo, a lo del sandwich y bostezo.- ¿Qué hora eso?-Pregunto, tengo que hacerme ya con un reloj...

-Le hago un sandwich y se lo paso-Las 5 de la mañana, la hora perfecta para ver amanecer después, si quieres luegote acompaño a tu casa. Salir de estas calles es un lío y si vas solo puedes correr peligro-Le sonreí mientras me sentaba.

Me como el sandwich.
-Debería irme a casa, no quiero abusar de hospitalidad.-Dije, con una sonrisa.-Pero bueno, sí que podría ver el amanecer.

Puedes quedarte todo el tiempo que quieras-Le sonreí y cojí su mano para llevarlo a la azotea donde estaba situado mi cuarto. Estaba decorado al estilo gótico, destacaba una colección de armas ,y un gran lienzo de una bella mujer. Abrí la puerta que conducía a una especie de terraza-La vista es preciosa, lo veo todos los días.

Observé el cielo, ya se veía el cielo anaranjado.
-Si... es precioso.-Corroboré.- ¿Y vives sola?-Pregunté, tras estar un rato en silencio.

-Claro, siempre he vivido sola desde que tengo 12 años. Por eso me agrada tener compañía-Miro el cielo y suspiró-Es el único momento del día en el que las sombras desaparecen. Podrías quedarte en mi casa si quieres, tener un compañero me ayudaría.

-No sé si será conveniento.-Digo, pensando en mis compañeros...-Me gusta estar contigo, no tengo que fingir ser lo que no soy...-Y la miró.-Aunque a mis padres les gustaría perderme de vista.-Comenté con una sonrisa.-No oy muy amigo de las normas y esas cosas...

Le miro , dedicándole mi mejor sonrisa- Como te dije antes, yo te dejo las cartas y tú juegas con ellas. Si quieres puedes quedarte y sino, siempre que lo desees podrás venir. Me agrada tu compañía. Me distrae de los problemas-Cierro la terraza y volvemos a entrar en el cuarto.

-Me gusta que me digas esas cosas...-Digo, con una sonrisa, y miró el cuadro.- ¿Lo has hecho tú?-Pregunto con intriga.

No, era mi madre.Nunca llegué a conocerla, es lo único que tengo de ella. Era artista aunque estaba tocada de la cabeza-Recordé como había encontrado el edificio y sentí un escalofrío. Me senté en la cama.